TRANSFORMACIÓN PERSONAL
Parece imposible pero, como cualquier estructura viva, el cerebro puede transformarse. La repetición es la estrategia que puede lograrlo. Así de fácil.
Tomás Álvaro
Nuestro cerebro es una estructura viva y moldeable, con capacidad para desarrollarse bajo el estímulo de sus propias pautas de activación. Y así sucede con las tarea repetitivas de tipo artístico, laboral o emocional.
Si centras tu atención, ejercitas a diario el cambio que quieres conseguir, acabarás grabándolo en tu cerebro. Una buena nutrición y el ejercicio físico son apoyos de primer orden en este proceso.
¿Cómo cambiar nuestro cerebro?
Cuanto más sabemos de nuestro cerebro, más nos fascina lo que esconde. Es un órgano increíblemente complejo que pone a prueba sus propias capacidades de comprensión.
Más de cien mil millones de neuronas, unidas a través de diez mil conexiones llamadas sinapsis entre cada neurona y sus compañeras, conforman una intrincada red de centenares de billones de conexiones, más que la cantidad de átomos del universo conocido.
Necesitaríamos muchas vidas para poder encender y saborear la experiencia ligada a cada uno de esos circuitos. Aquello que encierra nuestro cerebro es literalmente inalcanzable en una sola vida.
Cada tarea, percepción o sentimiento produce el encendido de una vía distinta de activación neuronal y pone de manifiesto que el cerebro es una estructura moldeable y viva, con capacidad de atrofiarse si no se transita, y de desarrollarse y crecer bajo el estímulo de sus propias pautas de activación.
Utilizamos el término neuroplasticidad, o plasticidad neuronal, para referirnos a la capacidad que tienen las neuronas de generar nuevas conexiones en respuesta a la experiencia de aprendizaje.
Cuanto más usamos el cerebro, más se activa, más redes se configuran. Esto que abre una vía muy interesante sobre cómo remodelarlo para adquirir nuevos hábitos.
Cada día producimos nuevas neuronas
Este es un campo en el que se ha avanzado enormemente en los últimos años. Recientemente, uno de los grandes dogmas mantenido durante mucho tiempo –“las neuronas son incapaces de dividirse”– ha sido modificado al demostrarse que cada día se producen nuevas neuronas en el cerebro humano, un proceso que se conoce como neurogénesis.
Por ejemplo, en una pequeña área de nuestro cerebro llamada hipocampo, ligada especialmente a la función de la memoria, se producen cada día alrededor de 1.400 neuronas nuevas, lo que es bastante si consideramos que suponen casi un 2% de las neuronas de ese centro. ¡Podemos ampliar nuestra memoria!
Solo en el hipocampo, una zona ligada especialmente a la función de la memoria, se producen cada día unas 1.400 neuronas nuevas
En los animales estudiados se produce un declive importante de la capacidad de neurogénesis a lo largo de la vida. Sin embargo, en el hombre esa reducción es limitada.
Mientras que, por ejemplo, en los roedores es del 90% hacia la mitad de su vida, en el ser humano apenas se produce una reducción del 25%, según han comprobado estudios con nonagenarios.
¿Esto qué quiere decir? Pues que, independientemente del declive natural que comporta el envejecimiento, podemos seguir aprendiendo cosas nuevas siempre con el apoyo de estas capacidades de neurogénesis y neuroplasticidad.
Estos procesos se pueden estimular, como se ha demostrado en grupos de población que desarrollan aprendizajes específicos.
Por ejemplo, los taxistas desarrollan especialmente el hipocampo, ligado a la memoria espacial, de forma que a medida que van cumpliendo años, su capacidad de memorizar rutas callejeras aumenta en vez de disminuir. En los músicos, se desarrolla la zona de la corteza cerebral que se encarga de procesar la música.
Y así sucede con cualquier tarea repetitiva de tipo artístico, manual, laboral, de sensibilidad o emocional.
Herramientas para conseguirlo
¿Cuáles son los principales estímulos y las condiciones que permiten activar la generación de nuevas neuronas y sus conexiones?
Conocerlos permite generar ejercicios específicos de entrenamiento mentalpara modificar un cerebro que se muestra plástico y moldeable. Ya sea de manera inconsciente o intencionada, a través de la nuestra atención podemos dirigir el foco para activar aquellas áreas cerebrales y vías neurales que deseamos desarrollar en el interior de un cerebro que se crea a sí mismo.
Podemos dirigir el potente foco de nuestra atención, a voluntad, a la parte del cerebro que elegimos activar, y así su estructura física irá cambiando.
Lo hará con podas neuronales que suprimen las conexiones de aquellos circuitos que no se usan y con la remodelación permanente ligada al aprendizaje que se ha hecho a través de los hábitos repetidos.
Este proceso es una cadena con varios eslabones, unos más conscientes, otros que nos lo pueden parecer menos porque “van solos”:
- Foco de la atención.
- Concentración en la tarea.
- Activación neural del núcleo cerebral de soporte.
- Encendido consecuente de una serie de genes.
- Producción de sus proteínas asociadas, que permitirán la formación física de nuevas conexiones neuronales. Es decir… el proceso completo de neuroplasticidad.
Descubriendo la neuroplasticidad
Tomar conciencia de que dirigir la atención de forma deliberada a un área motora, sensoriomotriz o cognitiva pone en nuestras manos la capacidad de inducir el proceso de neuroplasticidad.
Las condiciones óptimas que permiten reforzar las conexiones sinápticas entre neuronas nacen de la repetición, la excitación, la novedad y la concentración. Son muchos los hábitos que, a modo de herramientas, podemos utilizar para conseguir el cambio deseado y acabar estableciendo y grabando un propósito hasta hacerlo nuestro, cotidiano, lograr que forme parte de nuestra vida para siempre. Una buena nutrición y el ejercicio físico constituyen apoyos de primer orden al proceso.
Disponemos de neuronas por todo el organismo. Decide qué quieres conseguir, repítelo durante 21 días y lo harás tuyo
Aprovecha todas tus neuronas
Es importante recordar que la mente no se limita a nuestro cerebro, sino que disponemos de neuronas repartidas por todo el organismo, capaces de acumular aprendizajes y memorias. Como ocurre con ese auténtico segundo cerebro que es nuestro tubo digestivo, con ese otro cerebro alojado en nuestro corazón y con ese otro repartido por todo el organismo en sus ramas simpática y parasimpática, y que conocemos como sistema nervioso autónomo o vegetativo.
Al menos cuatro cerebros componen nuestra estructura de aprendizaje, memoria y respuesta. Nervios entrelazados con las células de nuestros músculos, el intestino o los huesos; mapas viscerales completos que hacen de todo nuestro cuerpo un auténtico gran cerebro. Memorias celulares ancladas a olores y recuerdos, anatomía emocional viva cargada de significado en permanente estado de aprendizaje y construcción gracias al proceso de neuroplasticidad que afecta a todo el cuerpo. ¡Podemos decir que el universo entero vibra en nuestro cerebro y en todo nuestro cuerpo!
Así que centra el foco de tu atención. Siente qué hábitos quieres cambiar, qué propósitos acaricias. Ahora ya sabes que tu cerebro y todo tu ser están preparados para ir hacia ellos y acabar consiguiéndolos. Unos hábitos de alimentación más saludables, unas relaciones más auténticas, reír y disfrutar de cada momento, meditar unos minutos cada día, tomarte las cosas con más calma, recuperar espacio para el sexo… Decide qué quieres conseguir, repítelo durante 21 días y lo harás tuyo.
Un ejercicio cerebral muy fácil
Te propongo un ejercicio que desde la visión de la medicina integrativa sabemos que beneficia la salud gastrointestinal. Haz cada día unas respiraciones abdominales seguidas de un masaje digestivo circular, siguiendo el intestino, en sentido de las agujas del reloj. Y ya sabes, realízalo cada día durante tres semanas consecutivas, con el objetivo de incorporar un nuevo hábito en tu vida diaria mediante la modificación de la estructura física de tu cerebro. ¿Te apuntas al cambio?