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Coherencia cardíaca: corazón y cerebro en sintonía

Las ondas electromagnéticas de los latidos se transmiten al cerebro. La coherencia cardíaca es una buena terapia para evitar el estrés crónico. Te contamos cómo.

Tomás Álvaro

 

 

En cada latido, el corazón genera ondas electromagnéticas. Cuando estas siguen un patrón ordenado y repetitivo se dice que el corazón está en coherencia. Y ese estado de coherencia cardíaca se transmite al cerebro. La ciencia indica que la coherencia cardíaca es un indicador de salud. Te contamos los hábitos que ayudan a conseguirla.

Hábitos que armonizan el corazón

El ritmo del corazón varía al caminar, con la digestión, con el esfuerzo intelectual, con las emociones y prácticamente con cualquier cosa que hagamos en nuestras vidas. Y con cada latido, el corazón dirige el funcionamiento de todo el sistema, desde los riñones o el páncreas, hasta la inmunidad y las hormonas.

La ciencia indica que cuando el corazón está en coherencia, transmite este estado al cerebro y a todos los órganos. Y este latido ordenado –como si de una canción bonita se tratara– es un indicador de que el cerebro y su función estarán bien años después.

Llevar al corazón a un estado de coherencia se puede entrenar, especialmente a través de hábitos y actividades como:

  • La respiración
  • La conciencia corporal
  • La música
  • El ejercicio físico

Todos ellos actúan como moduladores del equilibrio del sistema nervioso simpático (actividad, estrés) y el parasimpático. (calma, relax). Tener el corazón en coherencia significa que se consigue un equilibrio del sistema nervioso, que repercute en una mente más equilibrada.

Mejora tu salud física y mental

Al cambiar el patrón del latido del corazón, alcanzando mayor coherencia cardiaca, se producen otros beneficios como:

  • Mantener el cerebro más joven,
  • Incrementar la atención, la concentración y la memoria,
  • Mejorar la regulación de la inmunidad, del sistema hormonal y de los neurotransmisores cerebrales.

Tener un envejecimiento neuronal sano requiere la ayuda del corazón, del que depende la salud vascular cerebral, la probabilidad de sufrir demencia o alzhéimer, y muchos otros riesgos que pueden ser prevenidos con años de antelación, con la práctica de la coherencia cardiaca.

Ayuda a regular el estrés

La coherencia cardiaca es una buena terapia para evitar el estrés crónico.Una prueba de hasta qué punto están estrechamente conectados la mente y el corazón es el llamado síndrome del corazón roto o cardiomiopatía, tras situaciones de estrés. Esta enfermedad aparece después de un importante trauma emocional o una situación de estrés agudo en la que se produce una alteración de las fibras musculares del corazón.

Cuando se está en estado de sufrimiento permanente, aparecen síntomas similares a los de un infarto, como una presión en el pecho, dolor y dificultad para respirar.

Normalmente se interpretan estos cambios en un contexto de ansiedad, y lo cierto es que el corazón sufre una falta de riego vascular y una degeneración muscular, síntomas muy parecidos a los del infarto.

Por el contrario, se ha observado en diversos estudios que mostrar una actitud positiva ante las dificultades de la vida resulta ser el factor más importante para alcanzar la longevidad.

Potencia la compasión y empatía

El ser humano conecta con las emociones de los demás y crea lazos a través de hormonas como la oxitocina y la vasopresina, que se activan intensamente con la crianza de los hijos o con una participación activa en los grupos sociales.

Practicar la compasión y la empatía favorecen que nuestro cerebro se sienta en coherencia con el mensaje que recibe del corazón. Y a su vez nos permite mejorar la conexión con nuestra salud física, emocional, mental y espiritual.

Tomar decisiones acertadas

Estudios recientes indican que en personas sin patologías, la toma de decisiones acertadas se asocia al grado de coherencia cardiaca y a la intuición que emerge del segundo cerebro (el del intestino). En estos estudios, estas asociaciones se han evidenciado también en relación a la toma de decisiones económicas.

Si queremos tomar buenas decisiones, o convivir mejor con nuestras emociones, nuestra coherencia cardiaca tiene mucho que decir.

En las personas que sufren alteraciones psiquiátricas o discapacidad intelectual, se ha visto que tienen patrones alterados de funcionamiento cardiaco. Ello se acompaña de agitación, caída de la actividad parasimpática y toma de decisiones económicas erróneas.

En pacientes con depresión, además de la disminución de las capacidades cognitivas, se observa un incremento de la morbilidad y la mortalidad.

A su vez, las personas con más tendencia a pensar en exceso, les cuesta tomar decisiones acertadas y muestran un menor grado de coherencia cardiaca. Esta sintomatología se acompaña de un desequilibrio del sistema nervioso vegetativo, con predominio de la actividad del sistema nervioso simpático.

El ejercicio físico moderado y cotidiano consigue elevar el grado de coherencia cardiaca en pocas semanas.

Regula todas tus emociones

Las emociones provocan cambios en el latido del corazó: el miedo lo acelera de forma brusca, la paz lo mantiene con un pulso más regular y compensado.

Fruto de diferentes estudios, el grado de coherencia cardiaca ha sido propuesto como un índice de la capacidad de regulación de las emociones.

En las personas a las que les cuesta equilibrar o aceptar sus emociones, hacer ejercicio físico o ejercicios de respiración que ayuden a mejorar la coherencia cardiaca, es de gran ayuda para evitar posteriores alteraciones de la salud mental.

La música, medicina del corazón

Rock and roll, pop, rap, ska, clásica, gospel, blues, jazz, música disco y muchas más… El poder evocador de la música para modular emociones y sentimientos está ligada a cambios en la respiración y la actividad cardiaca.

Escuchar música armoniosa, melódica y alegre, del gusto del oyente, se asocia con un incremento del grado de coherencia cardiaca. La música es una terapia complementaria que modifica el grado de la frecuencia cardiaca en diferentes situaciones clínicas:

  • Reduce el dolor y la ansiedad en pacientes con enfermedades del corazón, disminuyendo la frecuencia cardiaca y reduciendo la tensión arterial.
  • Incrementa la capacidad cognitiva, especialmente nuestra capacidad para relacionar conceptos que tienen que ver con el espacio y el tiempo. De gran ayuda en personas con alzhéimer, por ejemplo.
  • En casos de depresión, la música de Mozart es de gran ayuda para sobrellevarla. La sonata K 448 de Mozart mejora la epilepsia refractaria.

La dieta del corazón: rica en omega 3

Las grasas trans, el colesterol, los alimentos con aditivos, proinflamatorios y oxidantes actúan como auténticos venenos para el corazón, mientras que una alimentación rica en omega 3, antiinflamatoria y especialmente probiótica, representa una caricia para el corazón y para todo el árbol vascular.

Las concentraciones plasmáticas de ácidos grasos son imprescindibles en la formación de numerosas hormonas y de la estructura neuronal.

Si comparamos el grado de coherencia cardiaca de las personas con una ingesta insuficiente de omega 3, con el de personas que sí practican una dieta rica en el mismo, muestra notables diferencias a favor de estos últimos.

Se ha comprobado que un bajo grado de coherencia cardíaca predice infartos de miocardio y muerte súbita de origen cardiaco en aquellas personas que hacen una dieta carente de omega 3, por lo que parece razonable asegurarse aportes extras de ácidos grasos saludables.

Por ejemplo, para los veganos, las fuentes de omega 3 de origen vegetal son

  • Las semillas de lino y de chía,
  • Las nueces
  • El aguacate.

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