Tomás Álvaro. Médico y psicólogo. Krisis. Ed. La llave, 2009.
La debilidad de los sentidos
Un concepto que pone a prueba al intelecto es el del tiempo, esa creación de la Consciencia de paso inconstante y relativo. Cuando usted se mira fijamente en el espejo, sin parpadear, sus propios ojos le engañan (Yarrow 2001). Los monos pueden aprender a mover cosas usando únicamente su mente (Taylor DM et al, 2002). Las personas pueden cerrar sus ojos y aumentar a voluntad la intensidad de sus ondas cerebrales, lo cual tiene aplicaciones prácticas para parapléjicos (Mind Switch). Como serio correctivo del ego humano, ahora sabemos que los chimpancés superan a los humanos en recuerdo numérico. Es decir, si uno piensa que sus sentidos son fiables y sus percepciones correctas, y si uno cree que solo existe lo que se toca y lo que se ve, entonces su mundo será verdaderamente limitado y restringido a lo más inmediato. O quizás mejor sería decir que no traspasará la superficie de la realidad que le rodea y le envuelve. Mientras que la biomedicina ha excluido la espiritualidad, los valores o las creencias, la investigación científica indica que el cuidado espiritual lo da mejor el terapeuta que está espiritualmente preparado. Ello nos conduce a un mundo desconocido, la medicina de la luz y del espíritu; la medicina del ayudar, del compartir, y del buen morir; la medicina de la energía, de la curación a distancia y de la oración. Este tipo de medicina considera que el organismo posee la capacidad inherente de curarse a sí mismo y que los diferentes tratamientos pueden estimular esta capacidad. Que la raíz de la enfermedad no se encuentra únicamente en el cuerpo físico sino que es preciso considerar factores mentales, sociales, culturales y espirituales. Que la participación del paciente en el proceso de curación es importante; que la terapia utilizada debe ser respetuosa con el sistema de creencias del paciente y que el terapeuta y su intención constituyen simples aunque importantes herramientas en el proceso de curación/sanación.
Medicina y espiritualidad
Disponemos de miles de estudios que examinan la relación entre espiritualidad unas veces, religión otras e indicadores de salud. La conclusión de la mayoría de ellos es que existe un asociación positiva entre estos conceptos y la salud, tanto física como mental (para una revisión de unos 1.200 artículos, ver Koenig HG et al, 2001). Las evidencias más fuertes se encuentran entre la asociación religiosa/espiritual y la disminución del riesgo de mortalidad. Otras variables asociadas en multitud de estudios, revisiones y metaanálisis son al bienestar, la disminución del comportamiento suicida, la disminución del consumo de drogas, la reducción de la ansiedad y la disminución de síntomas depresivos (Williams DR et al, 2007). Entre los adolescentes, disminución del consumo de alcohol y drogas, tabaco, actividad sexual, síntomas depresivos y riesgo de suicido (Rew et al, 2006). Otros estudios establecen una relación positiva con la función del sistema inmune, mientras que la relación con enfermedad cardiovascular y cáncer es más polémica, ya que existen trabajos a favor y en contra.
La oración también produce efectos beneficiosos sobre la salud. Puede ser sobre uno mismo o sobre los demás, local o a distancia, sobre humanos o sobre sistemas biológicos no humanos o para hacer el bien o el mal. En todos los casos la oración está más relacionada con el ser que con el hacer. Se han invocado 4 posibles formas de oración (conversacional, meditativa, ritual e intercesora) y cuatro posibles mecanismos: como una respuesta de relajación, como placebo, como expresión de emociones positivas e incluso como un canal de intervención sobrenatural (Jantos M et al, 2007). Seguro que queda mucho por conocer e investigar, pero una vez más, no podemos seguir ignorando lo que nos dicta la evidencia. Y es que el ser humano dispone de capacidades perceptuales inconscientes demostrables (Snodgrass M et al, 2006), mediadas por diferencias individuales y características personales, y moduladas por las antenas de la atención y la intención.
En EEUU, donde un tercio de la población utiliza la oración con fines de bienestar o por condiciones médicas específicas (Mc Caffrey 2004), el 69% encuentran la oración muy útil. Otras situaciones, como el efecto retroactivo de la oración (Olshansky B et al, 2003), ponen a prueba nuestro intelecto y nuestra comprensión actual del universo. Si de explicar la evidencia se trata, ya hemos dicho que explicaciones serias no faltan, ya sean de la mano de la física cuántica, como en la teoría de las supercuerdas, el reconocimiento de eventos no locales y los atrevidos modelos de tiempo/espacio que permiten interacciones bidireccionales entre el presente y el pasado (por cierto, también con el futuro). Quizás todo esto quede más allá de la ciencia actual, pero no debemos olvidar que las fronteras del conocimiento están siempre en expansión y que a menudo las cosas son absolutamente simples: así lo demuestra el hecho de que el pasado distante aparece evidente ante nuestros ojos desnudos: basta con mirar el cielo estrellado!.
Pacientes y médicos tienen expectativas y puntos de vista diferentes con respecto a las CAM. Los pacientes con cáncer no correlacionan este tipo de terapias con asuntos espirituales, cosa que sí hace el personal sanitario. En cambio, los pacientes sí esperan de sus médicos que estos presten atención a los asuntos espirituales (Ben-Arye E et al, 2006). Los investigadores conductuales, como Richard P Sloan, abanderado de la prevención de los peligros de aceptar los beneficios para la salud asociados a la religión (Sloan RP, 2006), se niegan a dar crédito a los hallazgos de sus propias investigaciones (Bagiella E et al, 2005). Cada vez son más las voces que claman de forma valiente y desacomplejada por modelos que incluyan junto a factores biológicos, también los psicosociales, bioenergéticos, no locales e incluso sobrenaturales (Levin J, 2003). Y abren el camino a la consideración científica tanto de factores de salud (health) como de curación y sanación (healing). Cambiar el chip del estudio preferente de la historia de la enfermedad por el de la historia natural de la salud, o salutogénesis, es la propuesta de A. Antonovsky y su sentido de la coherencia (Eriksson M, et al, 2006). Naturalmente no es suficiente con acumular datos de hallazgos descriptivos; el trabajo teórico es necesario para saber qué está pasando y porqué. El efecto salutogénico de un modelo de salud que incluya consideraciones religioso-espirituales identifica beneficios para la salud a través de promover comportamientos relacionados con la salud, apoyo social, emociones positivas, estilos de personalidad salutogénicos o promoviendo pensamientos o cogniciones positivas tales como el optimismo o la esperanza (por cierto muy relacionados con el efecto placebo).
En 1993, una búsqueda sobre la literatura científica convencional practicada por el personal del Institute of Noetic Sciences (O´Regan B, et al. 1993), encontró 1385 casos de remisiones espontáneas en tumores en los que no se había realizado tratamiento médico o bien este fue inadecuado para producir la desaparición del mismo. Ello sucedía prácticamente en cualquier tipo de cáncer, los más frecuentes el neuroblastoma, el carcinoma de células renales, el melanoma y leucemias/linfomas. Los autores interpretaron que las 3500 referencias encontradas inicialmente en su búsqueda, podrían sugerir que el fenómeno no sea tan raro como pudiera pensarse, y que quizás en realidad haya muchos casos más que no se han comunicado. En su trabajo, un 10% de lo que llamaron remisiones complejas o complementarias correspondían a pacientes que habían sido tratados con tratamientos complementarios. Reconocieron también un grupo al que no tuvieron más remedio que llamar casos «milagrosos», en que la remisión se produjo asociada a curas espirituales, de forma rápida, completa y sin tratamiento médico. El interrogante que se plantea es hasta que punto factores psicológicos y espirituales juegan un papel en la remisión y en la supervivencia de estos pacientes. Los mecanismos propuestos de actuación para los factores psicológicos y espirituales son el efecto placebo, la hipnosis y estados disociativos; estados alterados o ampliados de conciencia, tales como trances rituales, la oración, la meditación y otras prácticas espirituales o curaciones milagrosas, inexplicables si no es recurriendo a la fe y a la oración (al menos 65 casos rigurosamente documentados y revisados por expertos han sido aceptados por la International Medical Commission of Lourdes).
El poder de la intención
………..